TÍTULO ORIGINAL WALL•E
AÑO 2008
PAÍS Estados Unidos
DIRECTOR Andrew Stanton
PRODUCCIÓN Walt Disney Pictures / Pixar Animation Studios
GUIÓN Andrew Stanton, Jim Reardon (Historia: Andrew Stanton, Pete Docter)
MÚSICA Thomas Newman
DURACIÓN 103 min.
INTÉRPRETES (VOCES) Ben Burtt, Elissa Knight, Jeff Garlin, Fred Willard, John Ratzenberger, Kathy Najimy, Sigourney Weaver, Teddy Newton
SINOPSIS Tras cientos de años de soledad dedicándose al fin para el que fue creado, el curioso y encantador WALL·E descubre en su vida un nuevo propósito cuando conoce a la elegante robot EVA. Únete a ellos y a un divertidísimo reparto de personajes en un viaje interestelar.
PREMIOS Oscar 2008: Mejor largometraje animación
Globo de Oro 2008: Mejor película de animación
BAFTA 2008: Mejor película de animación
National Board of Review 2008: Mejor película de animación
Festival de Toronto 2008: Mejor película de animación
VALORACIÓN 9,5 (Clásicos imprescindibles)
El material gráfico de esta película es de sus respectivos propietarios, distribuidora y productora.
En la muy incomprendida A.I.: Inteligencia Artificial (2001), Spielberg propuso, de la mano de Brian Aldiss, uno de los más plausibles usos del robot en un futuro marcado por el autismo sentimental: el robot como prótesis afectiva. WALL·E. Batallón de limpieza propone otra idea atravesada por la lucidez: cuando la Humanidad (se) abandone quizá sobrevivan los ecos de su vida emocional en la programación de las inteligencias artificiales. Lo más humano de esta cinta que parece esbozar un posible modelo de espectáculo para un mundo posthumano, es, paradójicamente, un desastrado robot que podría ser un triunfo del funcional diseño tecnológico predigital, y que, en los fotogramas de este prodigio Pixar, es un espectacular hallazgo de la animación: hiperrealista y sintético a un tiempo.
ResponderEliminarWALL·E (como el resto de personajes) es como un haiku en movimiento: su alma y su carácter residen en la colosal elocuencia de su mínima expresión, en la incesante capacidad comunicativa de su mirada. Pixar no solo se mantiene fiel a su compromiso de facturar buenas películas (esta va más allá: es magistral), sino que sigue planteándose la conquista de inéditos territorios de expresividad digital: aquí el toque de distinción está en el equilibrio entre la emulación hiperrealista de un universo desolado y el hallazgo de un inagotable vocabulario emocional en lo sintético.
Durante los primeros minutos de este film excepcional, este crítico se preguntó si Andrew Stanton no había sido demasiado radical: casi sin diálogos, WALL·E bien podría considerarse un trabajo algo exigente con el espectador medio, lanzado al centro mismo de un universo en agonía donde las claves de la empatía y el reconocimiento han evolucionado hacia otras formas. El desconcierto no tarda en ser vencido: en el fondo, WALL·E es espectáculo futuro, pero, también, esencia fundacional. El punto de encuentro entre Buster Keaton y el silicio: podría ser, a la vez, el último film de la Humanidad y el tren-que-llega-a-la-estación del porvenir del cine. WALL·E es, en primer lugar, una delicada historia de amor entre un oxidado robot con nostalgia de la Humanidad y un sofisticado prodigio tecnológico con sex-appeal de iMac y ciertas capacidades para la destrucción masiva. También es una fábula optimista que rescata a la Humanidad de una antiutopía obesa, yacente y consumista. Y una carta de amor, plagada de guiños armónicamente engarzados, a la ciencia-ficción como género capaz de definirnos e hipnotizarnos.
Para prepararse para el cine futuro.
Lo mejor: Su repertorio de diseños robóticos.
Lo peor: Chirría que el personaje de Fred Willard no sea animado.
(Jordi Costa: Fotogramas)