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jueves, 23 de febrero de 2012

Amadeus



TÍTULO ORIGINAL Amadeus

AÑO 1984

PAÍS Estados Unidos

DIRECTOR Milos Forman

PRODUCTORA The Saul Zaentz Company / Orion Pictures

GUIÓN Peter Shaffer (Obra: Peter Shaffer)

FOTOGRAFÍA Miroslav Ondricek

MÚSICA W.A. Mozart

DURACIÓN 158 min.

INTÉRPRETES Tom Hulce, F. Murray Abraham, Elizabeth Berridge, Simon Callow, Roy Dotrice, Christine Ebersole, Jeffrey Jones, Charles Kay

SINOPSIS Antonio Salieri (Abraham) es el docto compositor de la corte del Emperador José II. Desde el momento en el que Mozart (Tom Hulce) llega a la corte, Salieri descubre que el talento y la genialidad musical que desea para sí han sido otorgados a un hombre jactancioso y lujurioso. Loco por la envidia, confabula la destrucción de Mozart. Tal vez, incluso su muerte.

PREMIOS 8 Oscars 1984, incluyendo película, director, actor (F. Murray Abraham), guión adaptado
Globo de Oro 1984: Mejor película-Drama
Premios David di Donatello 1984: Mejor film, director y actor extranjeros (Tom Hulce)

VALORACIÓN 9,25 (Clásicos imprescindibles)


El material gráfico de esta película es de sus respectivos propietarios, distribuidora y productora.

1 comentario:

  1. AMADEUS

    “Amadeus” es una gran película. Y cuando rastreamos lo que hace a una película grande, siempre nos encontramos que detrás de los focos, las cámaras, la fotografía y las interpretaciones, siempre hay un gran escritor. Tras “Amadeus” está Peter Shaffer, un autor reconocido en varias ocasiones con el Tony al mejor dramaturgo, que en esta ocasión asume el reto de trasladar a la gran pantalla su propia obra, y que ayudado por Milos Forman construye una narración que trasciende, con mucho, la pura biografía.

    Leerán por ahí que “Amadeus” no trata de Mozart, y es verdad. “Amadeus” trata de Salieri. Es la odisea vital de Salieri. Es muy cuestionable, históricamente hablando, que la obsesión del músico italiano por el genio fuera real. De hecho, hay autores que aseguran que el propio Mozart hizo que su hijo estudiará música con Salieri, lo cual denota una cierta amistad y reconocimiento mutuo. Pero Shaffer se hace con la anécdota histórica, apócrifa, de que el pobre Salieri asesinó a Mozart por envidia, y nos premia con una historia que mucho debe a Shakespeare, por el tratamiento de las grandes pasiones que tiene.

    Es importante que la obra se llame “Amadeus”, segundo nombre de Mozart, aunque realmente no trate sobre éste. La obra trata sobre ser amado por Dios, atributo que Wolfgang poseía sin lugar a dudas, y que ustedes pueden entender de una manera personalista aceptando que Dios colmó al compositor con ese don increíble, o que pueden trasladar al azar. Como gusten. Lo cierto es que Mozart tenía algo que no tenían los demás: un talento divino.

    De ahí la frustración de Salieri, cuya voluntad no es capaz de equiparar ese regalo maravilloso de que él carece. La constatación de la propia mediocridad, lleva, en el relato de Shaffer, a hacer caer en la locura al desdichado Salieri, que aún así no pude dejar de reconocer la mano celestial en cada una de las notas de su “rival”. Y tanto texto como imagen, inciden de manera constante y dolorosa en esa verdad existencial. Milos Forman dota a sus personajes de una humanidad insoslayable, sin duda valiéndose de un magnífico reparto en el que sobresale de manera especial F. Murray Abraham. El actor “que mató a Mozart” compone un personaje tan humano, que me tienen que perdonar la repetición, porque no hay otra palabra para definirlo. En su Salieri está todo lo bueno y lo malo de las personas. Está su capacidad para solazarse con la belleza, y al mismo tiempo está la ruindad propia que se genera al no formar parte de ella.

    La película está vestida de manera magistral, y cuenta con el apoyo inestimable de una banda sonora genial. El director es capaz de poner en escena unas representaciones de las óperas de Mozart, que no sólo nos hace ser testigo directo de la hermosura de su obra, sino que da buena cuenta del mundo del siglo que le tocó vivir. Es una gran superproducción que hace honor a su nombre, no sólo en la magnificencia de sus medios, sino en la capacidad para que sus imágenes sean polisemánticas de manera exquisita. Tan sólo la oscuridad con la que está representado el entierro de Mozart en una fosa común, justifica la película entera. Mucho más si uno tiene el placer de contemplar el volcán interior que fluye en Murray Abraham, detrás de unos gestos prácticamente imperceptibles.

    Recomendada para gente “grande”.

    (Bronte: La Off-Off-Crítica)

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