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jueves, 3 de marzo de 2011

Match Point



TÍTULO ORIGINAL Match Point

AÑO 2005

PAÍS Reino Unido

DIRECTOR Woody Allen

PRODUCTORA BBC Films / Thema Production / DreamWorks SKG

GUIÓN Woody Allen

FOTOGRAFÍA Remi Adefarasin

DURACIÓN 124 min.

INTÉRPRETES Jonathan Rhys Meyers, Scarlett Johansson, Emily Mortimer, Matthew Goode, Brian Cox, Penelope Wilton

SINOPSIS 'Match Point' narra la historia de Chris (Jonathan Rhys Meyers), un modesto y ambicioso instructor de tenis que se debate entre dos mujeres, las cuales le acabarán llevando a un callejón sin salida: su matrimonio le proporciona estatus y prestigio en la sociedad, pero su pasión le lleva a los brazos de su futura cuñada. La espectacular Nola (Scarlett Johansson) es la bella y extremadamente sexy chica americana que se impone entre Chris y su esposa Chloe (Emily Mortimer). Tom (Matthew Goode) es el acaudalado hermano de Chloe que desencadena los acontecimientos.

PREMIOS Goya 2005: Mejor película europea
Premios David di Donatello 2005: Mejor film de la Unión Europea

VALORACIÓN 9,25 (Clásicos imprescindibles)


El material gráfico de esta película es de sus respectivos propietarios, distribuidora y productora.

1 comentario:

  1. Hacía tiempo que el cine de Woody Allen pedía, a gritos, un cambio de rumbo. Lejos de Nueva York, Match Point lo encara con aires londinenses y un renovado elenco pero sin renunciar a nada. No es la primera vez que el director de Misterioso asesinato en Manhattan aborda el género policíaco, y su última película revive algunos de los mejores momentos de Delitos y faltas. Tampoco su estructura está tan lejos de la brillante idea que sus últimos films llevaban después hasta la paradoja. Y, sin embargo, la primera impresión que produce Match Point es la de una obra de madurez, preñada de la maestría que caracteriza a aquellos, pocos, cineastas capaces de modular emociones con una simple frase del diálogo o un sutil desplazamiento de la cámara.

    Primer set: el film de Allen comienza con una metáfora tenística acerca del azar para evolucionar desde la apariencia amable de un proverbio/comedia de Rohmer hasta la sofisticada causticidad de las mejores intrigas de Hitchcock. Por el camino, también se cruzan los ecos de Un lugar en Sol. Como el protagonista del film de George Stevens, el de Allen se codea con una dama de la alta sociedad mientras deja embarazada a su novia y, como el de la novela de Patricia Highsmith, no duda en recurrir a la mentira y al asesinato para aposentarse en un escalafón social que no le pertenece. No por casualidad, la gravedad trágica de la ópera sustituye, en este caso, las habituales bandas sonoras del cine de Allen sustentadas sobre la ligereza del jazz.

    Segundo set: el desplazamiento que Match Point emprende desde la comedia de enredos hasta el drama pasional y la intriga criminal es sutil pero irreversible. Allen recurre a la complicidad del espectador para ganarse su confianza en lo que parece un intrascendente intercambio de parejas. Atrapado en ese juego, penetra entonces en un callejón cada vez más lúgubre y del que, de pronto, ya no hay salida. Como en todo deporte, en Match Point también tiene que haber un perdedor y cualquier estrategia es válida para obtener una victoria que solo se consigue cuando, literalmente, se aniquila al adversario. La diferencia es que, en este caso, lo que se dirime sobre el terreno no es otra cosa que la ética imperante en una sociedad sin escrúpulos. Implacablemente cáustico, el film entra de lleno en ese terreno moral con una acritud que hiela cualquier sonrisa y despeja numerosas incógnitas sobre la catadura del mundo en que vivimos. Match Point no es una hibridación entre géneros. Su desplazamiento desde la comedia hacia el drama diluye su frontera hasta que la irrupción del cine negro se hace inevitable. La brillante autopresentación del personaje de Scarlett Johansson ya anuncia futuros acontecimientos cuando pregunta: ¿Quién quiere ser el próximo en ser eliminado? Más tarde, la metáfora de la pelota de tenis que puede cambiar el desenlace de un partido según caiga de un lado u otro de la red también reaparece con fuerza, pero, en uno y otro caso, Allen interpela a las expectativas del espectador para que suceda precisamente lo contrario hasta que las piezas encajan con diabólica precisión.

    Tercer set: bien adaptado al clima y a los escenarios londinenses, Allen también se encuentra cómodo con los actores británicos. Jonathan Rhys Meyers es el intérprete ideal para un personaje que camina sobre el filo de la desesperación y la ambición. Su rostro recuerda el de Malcolm McDowell, pero su sadismo resulta aún más frío que el del protagonista de La naranja mecánica. A Hitchcock también le hubiera complacido el contrapunto de esa rubia fatal encarnada por una Johansson en estado de gracia. Desde mucho antes del final, queda claro que, sea cual sea el desenlace dramático y a pesar de todos sus artificios, la película caerá del lado de sus obras maestras.

    Para los que todavía confían en que Allen se supere a sí mismo.

    Lo mejor: el primer servicio del personaje de Scarlett Johansson.
    Lo peor: el desconcierto que provocan los primeros golpes del film.

    (Esteve Riambau: Fotogramas)

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