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miércoles, 1 de diciembre de 2010

Los otros



TÍTULO ORIGINAL Los otros

AÑO 2001

PAÍS España

DIRECTOR Alejandro Amenábar

PRODUCCIÓN Sogepaq / Dimension Films / Studio Canal + / Cruise-Wagner Productions / Sogecine / Las Producciones del Escorpión

GUIÓN Alejandro Amenábar

FOTOGRAFÍA Javier Aguirresarobe

MÚSICA Alejandro Amenábar

DURACIÓN 104 min.

INTÉRPRETES Nicole Kidman, Fionnula Flanagan, Christopher Eccleston, Alakina Mann, James Bentley, Eric Sykes, Elaine Cassidy, Renée Asherson

SINOPSIS Isla de Jersey, 1945. La II Guerra Mundial ha terminado pero el marido de Grace no vuelve. Sola en un aislado caserón victoriano, educa a sus hijos dentro de estrictas normas religiosas. Los niños sufren una extraña enfermedad: no pueden recibir directamente la luz del día. Los tres nuevos sirvientes que se incorporan a la vida familiar deben aprender una regla vital: La casa estará siempre en penumbra; nunca se abrirá una puerta si no se ha cerrado la anterior. El estricto orden que Grace ha impuesto hasta entonces sera desafiado ya que ella, los niños y quienes les rodean darán un paso inesperado y definitivo.

PREMIOS 8 Premios Goya 2001: Mejor Película, director, fotografía, guión original, sonido, dirección artística, montaje, dirección de producción

VALORACIÓN 9 (Grandes películas)


El material gráfico de esta película es de sus respectivos propietarios, distribuidora y productora.

1 comentario:

  1. Hay una causa evidente de la superioridad de Los otros sobre Tesis y Abre los ojos, las dos películas precedentes dirigidas por Alejandro Amenábar. Se trata de su simplicidad, de la notable sencillez de su construcción, hecha con encuadres y movimientos de cámara nítidos y precisos, montados luego con ganas de obtener una secuencia transparente. Hay en aquellas dos películas un relato y un movimiento de personajes y situaciones curvo, con forma de meandro, a veces sobrecargado de retórica visual, considerada en el sentido noble de la palabra.

    Pero aquí, en Los otros, esa retórica casi desaparece -quedan todavía restos de ella adheridos a algunas imágenes sobrantes, o resultonas, o huecas- y deja paso a un ejercicio de cine ascético y a un transcurso secuencial lleno de simplicidad, pero que no desarrolla un asunto simple, sino por el contrario complicado, muy complicado, de esos que se prestan a dar un patinazo que ciertamente aquí nunca llega a producirse, lo que da idea de la firmeza que ya ha adquirido el oficio de filmador de Alejandro Amenábar.

    La película funciona, se respira, divierte, cautiva, crea tensión, hace disfrutar -con un espectáculo elegante, bien elaborado y de vieja noble estirpe- a la inmensa mayoría, y hay dentro de ella un trabajo de cine comercial minucioso e inteligente, sobre todo si se carga esta palabra en lo que tiene de expresión de astucia y de capacidad de cálculo. Y hay ráfagas de cine vivo, además de cine comercial, en el sagaz dispositivo dramático, en los contrapuntos y choques de luz -que proceden de una fotografía muy hermosa, de un tenebrismo nítido y de gran refinamiento- y, sobre todo, en el juego interpretativo del excelente reparto, excelentemente dirigido por Amenábar.

    Tira de este reparto y lo galvaniza una Nicole Kidman convencida, atrapada por lo que hace, y que desde el arranque del filme, en el plano durísimo e inquietante de su aterrado y aterrador alarido inicial, sostiene a su frágil, delicado y funambulesco personaje en territorios movedizos, vidriosos y arriesgados, pero surcados por ella con pasión, oficio y gallardía, sin rozar nunca la resbaladiza rampa del ridículo. Por el contrario, irrumpe en la pantalla por todo lo alto y, pese a ello, sigue subiendo aún más arriba, a medida que el relato se adentra en los escondrijos del laberinto por donde se mueve, o se desliza, o flota la presencia de esta bellísima mujer de piel transparente, con la noche metida en el alma.

    (Ángel Fernández-Santos: El País)

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