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domingo, 12 de diciembre de 2010

El club de la lucha



TÍTULO ORIGINAL Fight Club

AÑO 1999

PAÍS EE.UU.

DIRECTOR David Fincher

PRODUCCIÓN Art Linson Productions / Fox 2000 Pictures / Regency Enterprises

GUIÓN Jim Uhls (Novela: Chuck Palahniuk)

FOTOGRAFÍA Jeff Cronenweth

MÚSICA Dust Brothers (Michael Simpson & John King)

DURACIÓN 139 min.

INTÉRPRETES Brad Pitt, Edward Norton, Helena Bonham Carter, Meat Loaf, Jared Leto, Van Quattro, Markus Redmond, Michael Girardin, Rachel Singer, Eion Bailey

SINOPSIS Jack (Edward Norton) es un personaje insomne y desesperado por escapar de su fatal y aburrida vida. En un viaje en avión conoce a Tyler Durden (Brad Pitt), un peculiar vendedor de jabón con una filosofía muy particular; Tyler cree que el perfeccionismo es para los débiles y que es la destrucción de uno mismo lo que realmente hace que la vida merezca la pena. Jack y Tyler forman un club de la lucha secreto que pronto se convierte en un lugar de moda. Un sorprendente final, que no puedes ni imaginar...

VALORACIÓN 9 (Grandes películas)


El material gráfico de esta película es de sus respectivos propietarios, distribuidora y productora.

1 comentario:

  1. Rimbaud podría haber filmado "El Club de la Lucha". En su poesía, como en la apocalíptica prosa asonante de David Fincher, había también esa necesidad de rebelión contra la mediocridad que alienta a la película más deliberadamente polémica de este fin de siglo. Como el incendiario Tyler Durden (Brad Pitt), el autor de Seven ha conseguido insertar fotogramas porno en las películas de dibujos animados, o lo que es lo mismo, ha conseguido integrar una sincera reivindicación de la autodestrucción en los códigos narrativos del cine amable y condescendiente de la industria de Hollywood. Ha apagado colillas en fotogramas de su propia película, ha convertido la rutina insomne de un yuppy que quiere pelea en un catálogo de Ikea, y ha hecho de la lucha a puño descubierto toda una metáfora sobre la imperiosidad de recurrir a los instintos primigenios que es, al fin y al cabo, lo único que nos queda en una sociedad violenta y vacía, una sociedad que libera su rabia en un sótano donde podría celebrarse una furiosa pelea de gallos.Fincher, que adora el desastre, la manipulación siniestra y el engaño, sabe que, ahora mismo, los apocalípticos y los integrados son dinosaurios que vivieron en tiempos remotos. Los símbolos y las ideologías han dejado de tener sentido. El discurso de Fincher, recorrido por un malévolo sentido del humor, es del todo nihilista: hay que derrocar las bases de la sociedad occidental, hay que dinamitar los bancos, la Bolsa, las grandes corporaciones. Para muchos, el pecado de Fincher está en que ha sabido encontrar los diamantes en el culo de un cadáver de los que hablaba Burroughs en "El almuerzo desnudo": hay belleza en la destrucción. Lo decían Rimbaud y Baudelaire, lo sigue diciendo Ballard. Que Fincher convierta esa fascinación por la catástrofe en un elogio del suicidio colectivo es solo una de las muchas licencias poéticas que se toma esta excepcional película terrorista, un moderno y necesario manifiesto anarquista.

    (Fotogramas)

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