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jueves, 30 de diciembre de 2010

Buscando a Nemo



TÍTULO ORIGINAL Finding Nemo

AÑO 2003

PAÍS Estados Unidos

DIRECTOR Andrew Stanton, Lee Unkrich

PRODUCCIÓN Walt Disney Pictures / Pixar Animation Studios

GUIÓN Andrew Stanton, Bob Peterson, David Reynolds

FOTOGRAFÍA Sharon Calahan, Jeremy Lasky

MÚSICA Thomas Newman

DURACIÓN 101 min.

INTÉRPRETES (VOCES) Albert Brooks, Ellen DeGeneres, Bob Peterson, Andrew Stanton, Alexander Gould, Eric Bana, Elizabeth Perkins, Allison Janney, Willem Dafoe, Geoffrey Rush, Brad Garrett, Austin Pendleton, Vicki Lewis, Bill Hunter, LuLu Ebeling, Jordy Ranft, Erica Beck, Erik Per Sullivan, Barry Humphries

SINOPSIS Nemo, un jóven pez payaso, es capturado por unos buceadores en presencia de su super protector padre, Marlin. Ante la adversidad, Marlin se fija el objetivo de su vida: encontrar a Nemo. Para ello, contará con la ayuda de la entrañable y olvidadiza Dory. La épica búsqueda les llevará a conocer desde tiburones vegetarianos, tortugas surfistas, hipnóticas medusas y hambrientas gaviotas.

PREMIOS Oscar 2003: Mejor largometraje de animación.
National Board of Review 2003: Mejor película animada
Toronto 2003: Mejor película animada

VALORACIÓN 9,25 (Clásicos imprescindibles)


El material gráfico de esta película es de sus respectivos propietarios, distribuidora y productora.

1 comentario:

  1. Si Chihiro hubiera cruzado el espejo en Pixarlandia, habría buceado en un océano de fantasía pintado por Paul Gauguin y dialogado por un Preston Sturges con ecos homéricos. Obsesionados por encontrar la perfecta representación visual de la imaginación, los genios de la Pixar se sitúan en un punto creativo que aúna sorprendentemente la poesía de Hayao Miyazaki, el huracanado ingenio de la screwball comedy y la velocidad iluminada de las aventuras de Indiana Jones. Todo en Buscando a Nemo parece importante, frenético y fosforescente: desde el último caballito de mar hasta la primera burbuja de agua, Stanton y su equipo han cuidado los detalles visuales y argumentales de una película en la que cada plano parece fruto de mil decisiones previas. Ver Buscando a Nemo es como ver esos dibujos del ojo mágico que, tras una pantalla de un puntillismo molecular e ininteligible, esconden una pintura llena de matices. No es difícil imaginar cuál es el secreto del éxito de la Pixar. Sus argumentos apelan con cariño y contundencia tanto a las ansiedades de los adultos como a los miedos de los niños. Buscando a Nemo es la sublimación de este método de trabajo: después de un prólogo de un dramatismo sorprendente para una película infantil, asistiremos a lo que ocurre cuando un padre sobreprotector, un pez payaso sin sentido del humor, le pierde la pista a su hijo el primer día de colegio. La película cuenta la odisea de un padre en busca de su retoño en un lugar tan inhóspito y lleno de peligros como es el océano, pero, lejos de ser ñoña o previsible, esa búsqueda está repleta de oscuro sarcasmo (los tiburones apuntados a Devoradores de Peces Anónimos), humor maduro y desconcertante (el personaje de Dory, que tiene memoria a corto plazo) y fragmentos de insólita belleza (el bosque de medusas). No hay concesiones al sentimentalismo disneyiano en esta obra maestra absoluta. Porque va siendo hora de decirlo: Buscando a Nemo no es una película, es un milagro.

    Para adultos, criaturas, mascotas y todo bicho pensante que se precie de serlo.

    Lo mejor: el dinamismo de su puesta en escena y la brillante construcción de personajes.
    Lo peor: que a estas alturas algunos aún piensen en el cine de animación como un cine exclusivamente infantil.

    (Sergi Sánchez: Fotogramas)

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