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miércoles, 5 de octubre de 2011

Alguien voló sobre el nido del cuco



TÍTULO ORIGINAL One Flew Over the Cuckoo's Nest

AÑO 1975

PAÍS Estados Unidos

DIRECTOR Milos Forman

PRODUCTORA United Artists

GUIÓN Bo Goldman, Lawrence Hauben (Novela: Ken Kesey)

FOTOGRAFÍA Haskell Wexler

MÚSICA Jack Nitzsche

DURACIÓN 133 min.

INTÉRPRETES Jack Nicholson, Louise Fletcher, William Redfield, Will Sampson, Brad Dourif, Christopher Lloyd, Danny DeVito, Scatman Crothers

SINOPSIS Un agradable descanso en un hospital psiquiátrico es mejor que pasar una temporada en chirona. Randle P. McMurphy (Jack Nicholson), un estafador de espíritu libre con fuego en las venas y lengua desatada, finge locura y se instala con los que el llama "los locos". Pronto, su contagioso sentido del desorden choca con la entumecedora rutina. De ningún modo esos tipos en bata deben beberse un suffle de sedantes cuando la mejor serie de televisión está en antena. ¡Es la guerra! Por un lado está McMurphy. En el otro se encuentra la enfermera Ratched (Louise Fletcher), uno de los más fríos y monstruosos personajes de la historia del cine. La suerte de cada paciente del pabellón está en juego.

PREMIOS 5 Oscars 1975: Película, director, actor (Nicholson), actriz (Fletcher), guión adaptado
Globo de Oro 1975: Mejor película-Drama
BAFTA 1975: Mejor película

VALORACIÓN 9,75 (Obras maestras)


El material gráfico de esta película es de sus respectivos propietarios, distribuidora y productora.

3 comentarios:

  1. 1975 • ALGUIEN VOLÓ SOBRE EL NIDO DEL CUCO (1)
    Contra la represión del individuo

    «¡Este mundo… es de los fuertes, amigo! El ritual de nuestra existencia se basa en el fortalecimiento del más fuerte a base de devorar al débil. Tenemos que aceptarlo. Es muy justo que así sea. Tenemos que aprender a aceptar que ésta es la ley natural de la existencia. Los conejos aceptan su papel en el ritual y reconocen que el lobo es el fuerte. Para defenderse, el conejo se vuelve cauto y huidizo y temeroso y cava agujeros y se esconde cuando se acerca el lobo. Y resiste, sigue adelante. Sabe cuál es su lugar. Desde luego, no desafía al lobo a un combate. Porque, ¿Cree que eso sería prudente? ¿Lo sería?» (2).

    Las adaptaciones de buenas obras literarias al cine son una apuesta arriesgada por el difícil reto de igualar e incluso superar un texto que de por sí ya es de gran calidad. En el caso de Alguien voló sobre el nido del cuco, llevada a la gran pantalla por el realizador de origen checoslovaco Milos Forman en el año 1975, el punto de partida fue la novela que el escritor de la famosa Generación beat americana Ken Kesey escribió en plena década de los agitados sesenta, y que se convirtió, quizás impulsada por el éxito posterior de su adaptación al cine, en un canto de rebeldía contra cualquier sistema social que oprimiese la libertad de sus individuos.

    La historia narra la estancia de Randle McMurphy (Jack Nicholson) en un manicomio, tras haber conseguido zafarse de los trabajos forzosos en una institución penitenciaria haciéndose pasar por loco, permitiéndole así, según parece creer, poder llevar una reclusión más agradable. En su nueva "prisión", McMurphy conocerá a sus compañeros internos, unos seres que intentan resistir en un lugar en el que se sienten protegidos y alejados de una sociedad que los rechaza por su condición diferente de la mayoría y que los margina como seres indeseables para el sistema. Pero la realidad es muy diferente, y lejos de vivir felices y distantes en su estado de alienación protector (la mayoría de pacientes, -como más tarde descubrirá McMurphy- están recluidos en la institución de manera voluntaria), estos seres siguen igualmente sometidos al yugo de un sistema que en este caso tiene sus límites en las paredes del manicomio, cuyo gran dictador máximo estará personificado en la figura de la enfermera-jefe, la Srta. Ratched (Louise Fletcher). Ésta, tras una pétrea máscara de falsa dulzura y comprensión, somete cruelmente a estos hombres dentro de unas normas que no son más que la extensión de ese mundo exterior que los rechaza y olvida. Entre ellos, MacMurphy entabla especial relación con un enorme hombre de raza india, al que todos llaman el Jefe Bromden quien, como descubrirá más tarde McMurphy, finge ser sordomudo para conseguir el aislamiento total del mundo que le rodea.

    Randle entrará en este sistema como revulsivo hacia esas normas. Con su carácter inconformista y rebelde, tratará de mejorar sus condiciones de internamiento y las de sus compañeros, despertando en ellos la reflexión sobre sus vidas y sus derechos, pero propiciando a cambio la horrible represión de su actitud, que conseguirá anularlo definitivamente y someterlo a las condiciones que el sistema establece.

    (...)

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  2. (...)

    El guión, escrito por Bo Goldman, fue encargado por Saul Zentz y Michael Douglas, quien decidió llevar a cabo el anterior proyecto de su padre, que ya había comprado los derechos y lo había adaptado al teatro en años anteriores. Para el papel de McMurphy, protagonista indiscutible del film, se intentó primero contratar a Gene Hackman y a Marlon Brando, pero tras sus respectivos rechazos, se pensó en Jack Nicholson, que ya se estaba consagrando como estrella tras éxitos anteriores como Easy Ryder (Ídem, 1969. Dennis Hopper) o Chinatown (Ídem, 1974. Roman Polanski) y que consiguió con su interpretación uno de los mejores papeles de toda su carrera, por el que obtuvo un merecido Óscar. Para el papel de la enfermera Ratched, y también tras los rechazos de actrices como Angela Landsbury o la mismísima Joan Crawford, se contó con una casi desconocida Louise Fletcher, otro de los grandes aciertos del film (y otro de los óscars obtenidos), pues consiguió interpretar a la perfección a la pérfida enfermera. El personaje de Ratched, segura de su función, cree firmemente en que sus decisiones dictatoriales son por el bien de los enfermos, pero no hace más que ejercer de ejecutante de un sistema represivo que ella ayuda a imponer como anulación definitiva de una mentes que de alguna manera no están más enfermas que la suya propia. El elenco de actores escogidos para los papeles secundarios se basó en caras desconocidas en aquel entonces, pero que después encontraron en muchos casos un hueco de diversa importancia en la industria del cine. De entre ellos, el impresionante Will Sampson, en su papel de Gran Jefe Bromden; el entonces desconocido Danny De Vito, que interpreta a Martini y que consigue lograr una de los papeles más creíbles y sobrecogedores de entre todos los del reparto, Christopher Lloyd como Taber, tristemente más recordado por sus viajes al futuro junto a Michael J.Fox que por sus grandes actuaciones o Vincent Schiavelli como Frederickson, inconfundible por su imponente y extraño físico. Otros, como William Redfield en el papel de Harding, y que tenía mucho más peso e importancia en la novela, o como Brad Dourif, el reciente "lengua de Serpiente" de la última entrega de El Señor de los anillos: Las dos torres (The lord of the rings: The two towers, 2002. Peter Jackson), no son tan recordados por el público, aunque sus interpretaciones son también impecables.

    El rodaje se llevó a cabo en un hospital psiquiátrico, la institución Estatal de Oregón, y el reparto estuvo durante diez días literalmente encerrado entre esas cuatro paredes, conviviendo con enfermos reales y asistiendo incluso a terapias de grupo para entender mejor la vida de esas personas. Los actores dormían en celdas individuales, y ensayaban constantemente los diálogos del guión, mientras Forman los filmaba sin parar. Todo ello propició el sobrecogedor aire de realismo que respira la cinta. La frialdad del espacio, la sensación de desesperación y de soledad en la que se mueven los personajes, contrasta violentamente con la única escena que se desarrolla fuera del psiquiátrico, en la que McMurphy escapa con sus compañeros para pasar un día pescando, uno de las dos únicos momentos de libertad total del que podrán disfrutar (el otro será la alocada juerga que montan a escondidas una noche).

    (...)

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  3. (...)

    A Ken Kesey, autor del libro, no le gustó la versión que hicieron Douglas y Zaentz, basándose en su descontento por la elección de un Nicholson que a su entender no casaba para nada con su personaje literario. Efectivamente, Nicholson era diferente al McMurphy del libro, menos rudo y reflexivo, aunque curiosamente, llegó a ser tan creíble, que incluso en muchos casos superó sobradamente a su homónimo literario. La novela fue alterada en muchos aspectos, aunque en todo momento quedó respetada su verdadera esencia. El cambio más radical lo supuso el personaje del indio Bromden. En la novela éste narra los hechos en primera persona, descubriendo al lector sus pensamientos y su treta de engañar a todo el mundo con su silencio fingido. Este hecho hace muy interesante el libro, puesto que permite sumergir al lector en la psicología de un enfermo mental, y descubrirle que tras un demente siempre existe un ser humano, tanto o más cuerdo que mucha gente considerada normal. El Bromden literario comunica sus temores al lector, pero éste recurso, sin duda muy interesante y rico a nivel literario, es del todo imposible en el medio fílmico. El cine no cuenta con los mismos recursos narrativos que posee la literatura, y trasladar a la pantalla una narración en primera persona sería un hecho poco menos que imposible. Por otro lado, el descubrimiento al inicio del secreto de Bromden por parte del espectador le habría hecho perder el interés por una historia que él mismo desea ir descubriendo a través de los hechos. Lo mejor de todo es que Bo Goldman, en su adaptación, y pese a los necesarios cambios, consigue transmitir la misma fuerza que nos llega a través de la novela. Bromden ve en McMurphy a una víctima del sistema. Por su valentía y su rebeldía, el indio lo admira profundamente, pero desconfía de su triunfo, pues le recuerda a la triste historia de su padre (un jefe indio al que las autoridades obligaron a vender sus tierras, arrebatándole el único sentido a su vida), a quien el sistema consiguió vencer dejando simplemente que se autodestruyera hasta morir. Bromden encuentra gracias a McMurphy el valor necesario para huir y retomar su vida, pero su decisión llega demasiado tarde, y McMurphy, fiel a sus compañeros y renunciando a su posibilidad de escape por ellos, acaba doblegado irremediablemente a través de electro-shocks y una definitiva lobotomía. Randle muere a manos de Bromden, aunque su muerte es tan sólo física y la única victoria ante el sistema que ha asesinado su mente. Pero ésta no será inútil, pues Bromden decide entonces liberarse y escapar a una nueva vida, lejos de ataduras y represiones sociales.

    La película impactó enormemente por su agria visión de la sociedad y su crítica a cualquier sistema de poder que anule la libertad del ser humano. En una época en la que la reivindicación de los derechos individuales estaba a la orden del día, no fue de extrañar que una historia tan cruda sacudiese a la opinión pública. Ganadora de cinco merecidos premios de la Academia, la adaptación realizada por Forman, excelente director con un talento indiscutible, quedará en la mente de todos como uno de los casos más conmovedores de lo que el cine de denuncia social puede y debe provocar: una reflexión sobre los no siempre acertados mecanismos de convivencia social que todos aceptamos como válidos, aunque se basen en muchos casos en el rechazo a lo diferente y el aislamiento de cualquier conducta que se salga de unas estrictas normas de las que, por activa o por pasiva, todos somos responsables.

    (1) El título hace referencia a la letra de una canción que la abuela india de Bromden le cantaba de niño.
    (2) Harding le dice esto a McMurphy en la novela de Ken KESEY: Alguien voló sobre el nido del cuco, 1962. Editado en castellano por Anagrama, Barcelona, 2000. (p.62).

    (Miradas de Cine)

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